Un día, mientras dos hermanos regresaban a casa, no sabían que su viaje se convertiría en una experiencia que pondría en peligro su vida. De la nada, una cobra mutante de 10 cabezas apareció ante ellos y tuvieron que pensar rápido para sobrevivir al épico.
El primer intento de los hermanos fue correr, y lo hicieron con todas sus fuerzas. Pero la cobra fue más rápida y los atrapó. Sin ningún lugar donde esconderse, los hermanos tuvieron que buscar un lugar.
Sabían que el principal modo de ataque de la cobra eran sus enormes colas, por lo que intentaron mantener la distancia mientras vigilaban cada uno de sus movimientos. La cobra, por otro lado, era implacable en su persecución, atacándolos con sus múltiples cabezas.
La única esperanza de los hermanos era burlar a la cobra, por lo que idearon un plan. Uno de los hermanos distrajo a la cobra arrojándole piedras mientras el otro hermano buscaba una salida. La distracción funcionó y la cobra dirigió su atención hacia el hermano que le arrojaba piedras.
El otro hermano escapó rápidamente del lugar y encontró una gran roca. La recogió y la arrojó a la cabeza de la cobra, golpeándola con tanta fuerza que la dejó inconsciente. Los hermanos aprovecharon la oportunidad y lograron escapar, corriendo tan rápido como pudieron hasta que estuvieron fuera del camino de la cobra.
Atacar una cobra mutante de diez cabezas no es una experiencia que muchas personas puedan decir que han tenido, y con razón. Las cobras mutantes son gigantes, y su gran tamaño y múltiples cabezas las convierten en un enemigo formidable. Sin embargo, la rapidez con la que los hermanos se adaptaron y su falta de recursos los ayudaron a sobrevivir al ataque.